Se crearon nombres que fueron un desastre, y es que lo que en un país puede sonar de maravilla, en otros puede significar algo grosero. La comunidad hispana en EE.UU se escandalizaba cuando veía pasar un Mazda Laputa. Otro ejemplo fue el del Lamborghini Reventón, que por querer hacer alusión a un famoso toro de lidia, hacía temer a sus propietarios de la integridad de sus neumáticos.
Ha llegado incluso hasta el terreno político, ya que cuando Seat decidió ponerle a un modelo el nombre de Arosa, nacionalistas gallegos reclamaban que se llamara Arousa (topónimo en gallego).
En la actualidad, y con toda la repercusión que tiene el tema de la contaminación y las emisiones para el medio ambiente, las marcas están poniendo apellido a sus modelos y motores con términos como “Pure Drive”, “Econetic”, “Ecoflex”, “Ecomotive”…
Creándose continuamente nuevos modelos de coches solo queda desear mucho ánimo y suerte a los responsables de “naming” de las compañías.